martes, 3 de julio de 2012

CAZADOS

Bany y Brandon acababan de casarse. Bany aún vestida de blanco se encontraba sujetada de los brazos de su recién esposo. Ella, observaba casi anonadada la edificación de siete pisos que se levantaba delante de suyo, casi se podía ver cierta sonrisilla dibujarse en su rostro. Era tal como se lo había descrito Brandon: Una edificación con arquitectura barroca con grandes ventanales que parecían separar lo que al parecer se trataría de habitaciones. Habían uno a dos maceteros colocados a las esquinas de los ventanales. Un edificio majestuoso e imponente ante las casas normalitas de la zona.

Ambos despidieron al taxi y entraron al edificio.

A la mañana siguiente de noche de boda Bany se despertó y algo soñolienta observo a Brandon desnudo y de pie mirando a la calle por el ventanal de la habitación -“Un edificio así- en medio de este barrio. No te he dicho todo acerca de este lugar cariño” - dijo Brandon en tono seco cuando lo interrumpió Bany ( ella prendió un cigarrillo barato y continuo hablando) - "ya me dijiste que era de tu abuelo, un banquero avaro que se dedicaba además al tráfico de opio”. En ese instante él se acostó en el regazo de Bany y continuo – “Mi abuelo no se dedicaba al tráfico de opio, el fue proxeneta y este lugar aún es un prostíbulo" - "La herencia del abuelo a mi padre y a mi." y prosiguió en tono irónico "¡Gran herencia de familia!”. Bany se quedo petrificada. Aquella maravilla arquitectónica se desmorono de su mente reemplazándolo por la imagen de un asqueroso burdel.

Pasado el tiempo, Bany se dedico a la administración del recinto, casi todos los días observaba a hombres de apariencia afables entrar al edificio. Estos al solo pisar el edificio se convertían en seres vulgares, brotando obscenidades por donde sus presencias llegarán. En tanto Brandon se volvió un experto proxeneta. Se dedicaba a captar a las nuevas chicas, por supuesto su "ética profesional", le daba para solo contactar y contratar chicas con la mayoría de edad.

Bany y Brandon vivían en el séptimo piso. Habían derribado todas las paredes de los cuartos de esa área y habían construido allí su hogar. Con una falsa chimenea y un reloj de balanza que adornaba los pies de su lecho matrimonial. Las iluminación del hogar era de tecnología alemana minusiosamente cuidada a detalle. Los focos verdes a la entrada de la casa. Los amarillos y claros dispersados entre claros obscuros por la sala y la cocina que hacían juego con sus muebles. Finalmente un rojo tenue al entrar a la habitación de ambos.

Acostados  ambos frente al techo, Brandon le repetía a Bany – “Esto no durara por siempre cariño, cuando consiga pagar las deudas, todo esto acabara”. Bany acariciando el cabello a su esposo no creía en la gran patraña que escuchaba.
Ambos seguían acostados mirando el techo sarroso. Desprendiendose trozos de sarro en forma de polvo empezaba a caer encima de Brandon y Bany   .


"Sueño de una noche de Verano" Marc Chagall

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